Perfecta Pesadilla:
Siempre soñé con ser la chica perfecta, tener la vida perfecta; el mejor cabello, la mejor ropa, la más inteligente y envidiada por todas.
Un día llegue al instituto, para mi era como cualquier día, mis amigas no me saludaban como antes, no llegaron conmigo a saludarme o preguntarme cualquier tontería, ahora me fijaba antes en las chicas populares que me barrían de arriba a abajo en las mañanas y ahí estaban ellas: las princesas del colegio, de cabellera perfecta, podría ser artista, cantante incluso miss universo si se lo propusieran, nunca fui popular, siempre fue mi prioridad agradarle a todos, nunca lo logré… no era considerada la más bonita del instituto, siempre hubo alguien MÁS, de ahí mi frase:
Siempre habrá alguien mejor que tu.
¿Siempre? A veces sentía que está frase era dirigida a mi, miraba a mis compañeras, todas eran bellas e inteligentes.
Me mire en el espejo del baño de chicas, ahí siempre hay chicas retocándose el maquillaje o cepillando el cabello si no comentaban los chismes de última hora. En ese entonces no había nadie, aproveche el espejo para mirarme, mi cabello no era como el de los demás, mi rostro tenía grasa aún cuando lo lavaba seguía tal cual. Llegaron dos chicas de octavo grado, me habían descubierto mirándome al espejo, se reían de mi… pensando que no las escuchaba… lo hacían en bajo volumen pero podía escucharse claramente. Murmuraban sobre mi cabello, mi rostro y mi peso ¿Qué tiene mi peso? Siempre fui delgada, cuando era niña tenía miedo a engordar y no comía, mi madre me ayudo a superar el miedo y me aclaró que no tenía por que preocuparme, yo estaba sana. Ellas no lo veían de esa forma, eran palillos frágiles y chinos, quité el copete de mi rostro y mire que tenía barros en el, ahora recordé por que lo escondía. Salí del baño y sus comentarios se los llevo el viento.
Llegue a casa, mi familia hacía de comer, tome unas galletas, las disfrutaba finalmente volví al tema de “el peso” nunca me importó que comía pero me dí cuenta que comía demasiada harina y azúcar, tire las galletas que sostenía, estaba espantada y salí corriendo hasta mi recamará, tenía un espejo de tamaño completo. Me mire otra vez, los barros se hacían más grandes pero los ignore, sabía que no era grave… ¿A todos nos pasa no? Tome mis jeans favoritos, no iba estar en uniforme todo el día, me aterre al ver que no cerraba el botón, empecé a llorar, siempre me quedaron bien… quizás ya están viejos y eh crecido, seque mis lagrimas solo es un pantalón, provee con otros, el mismo resultado, continúe hasta llegar a un pants que aún que me quedaba un poco grande la talla era EXTRA ¿Extra? La cosa me aterraba, solo me quedaban un pantalón deportivo talla extra? Me mire al espejo, tenía más barros, el sol los mostraba… mis primos me decían que en unos años todos engordamos, que ya me verían, ¿Tan pronto? Estaba aterrada, mire mi cabello, se sentía seco y no brillaba, mis dientes estaban más amarillos… llore y llore, mi madre me llamó para bajar a comer “comer” ahora me aterraba.
Baje como me lo había pedido, me senté el plato frente ami...mire el pedaso de filete por cinco minutos y llegue ala conclusión “no tengo hambre”, nunca le había dicho no ala carne, me gustaba más que las verduras o las frutas, mi madre insistió y luego me dio una manzana -con eso no engordo-, la tome y salí corriendo arriba, tome mi portátil y la encendí, algo de Facebook me distraería y me sentiría mejor, no fue así, Jason –el chico de mis sueños- me había borrado de amigos ¿Acaso el mundo me ah visto diferente? Otros más también, ¿Le había dicho algo que los molestara? Parecía una epidemia de fealdad, ya que todos acabaron de comer hice trampa, comí el filete que mamá había dejado intacta en la mesa, junto con mi vaso de agua. Comí, moría de hambre… al terminar de devorar el pedaso, la culpa llego ami, los comentarios y los jeans que no me quedaban. Corrí al baño, con deseos de devolver lo que había comido… ¿Qué me estaba pasando? Tenía miedo y llore, mi madre ni nadie me escucho devolver o llorar.
Corrí a mi habitación a esconderme entre las cobijas de mi cama, cerré mis ojos, me sentía un monstruo, gordo y grasoso sin amigos y con culpa. Abrí los ojos para ver si la pesadilla había terminado, todo lo contrarió, una multitud de gente lanzaba tomates, latas entre otras cosas, no era mi cama, era una jaula, muchos conocidos… las chicas del Instituto, los chicos también, familiares y amigos que no paraban de insultarme, llore y llore, suplique y gritaba “No soy un monstruo” “Tengo sentimientos” y continúe, parecían no escuchar y me quede ahí hasta que el último parara de gritar.
Llegó la mañana siguiente, mi reloj sonaba ¿Fue acaso una pesadilla? Corrí al espejo… todo en orden, mis granos desparecieron de mi rostro y mi cabello volvió a su tonó, tenía miedo de que no me entrara el uniforme, me puse mi falda ¿Raro? Me queda grande.
Llegando al instituto, me sentía otra… mis amigas corrieron a abrazarme y saludarme,me explicaron que ayer no fueron por que llegaron tarde y no las dejaron entrar al Instituto, Jason corrió a pedirme disculpas explicando que debía borrar amigos de Facebook, pero accidentalmente me borro y la vergüenza de reenviar la solicitud no era fácil
-conmovedor-, pero no era fácil creerle sus palabras... Las pesadas me dejaron en paz por todo el día, entre al territorio una vez más, “el espejo del baño de chicas”había cinco chicas mirándose y retocándose, las miré, muchas de ellas tenían lo que yo “síndrome de perfección”, quédense con ella, yo no la necesito, me mire al espejo… me sentía bien conmigo misma, cómoda pero lo más importante YO...
-cierto- no debe importarme díganme ¿Por una persona cambiaremos nuestro punto de vista?.
Por Beautifull
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