9 de diciembre de 2013

Dos mentes

Candy: Bueno chicas esta es una pequeña historia que escribí para mi clase de español, a ver que les parece y déjenme su opinión. Tengo miedo de ver que opina mi profesora...


Le eché un último ojo a mi espejo antes de voltear al espejo y ahí estaba yo, cabello castaño arriba de la cadera algo ondulado, ojos verdes y mejillas llenas de pecas las cuales me hacían lucir menor de los 23 años casi 24, parecía una chica de 17 o 18, ya había sido confundida miles de veces y mi estatura no ayudaba de mucho.
Voltee a la ventana desde la cual pude ver toda la gente pasar, absortos de mí, yo podía verlos por completo y deducir casi todo sobre ellos, soltero, casado, familia, hijos, estudiante, etc.
Tome mi maleta y salí de la habitación de aquella casa que no me traía más que malos recuerdos, todo me traía malos recuerdos, deje todo atrás.
La casa tenía todas las cortinas cerradas y con aquel secreto mejor guardado de mi vida. Ahí se quedaría hasta que alguien lo encontrara.
Al salir de la casa de mis padres pude ver en el marco de la puerta las líneas donde marcaban cuanto había crecido a yo en mi niñez.
Akali 10 años 1.40 año 1960.
Ahora era 1973, una época hermosa según las noticias pero eso no era lo importante. Aquella fecha fue la primera que vi, recuerdo ese día, mi madre me preparo mi pastel favorito y mi papá me regalo una muñeca, no era mi cumpleaños pero lo hicieron, tal vez me querían demasiado.
La secuencia iba de los 2 años hasta los 12.
Las yemas de mis dedos rozaron aquellas letras. Me distraje de todo lo que estaba ahí y seguí mi camino, ahora lo único que me quedaba eran recuerdos y sueños rotos.
Tome un taxi, el cual iba manejando un señor de unos 50 años, parecía amable y en sus ojos se notaba el cansancio acumulado.
-¿A dónde la llevo, Señorita?- Me pregunto.
-Al aeropuerto.
-¿Desea escapar de algo? Pregunta mirándome por el retrovisor.
-Creo que sería mejor decir que estoy dejando algo ir.- Respondí amablemente.
-Amor de jóvenes.- Dijo mientras arrancaba.- Son siempre los más apasionados.
Mire hacía la ventana del auto, me acomode en el asiento y suspire.
-También son los más mortales.- Susurre tan quedito que solo yo podría escuchar aquellas palabras.


En el aeropuerto todo fue normal, actos de rutina y ya.
El destino de mi avión era hacia España, un lugar donde nadie me conocía, ni yo conocía a nadie, necesitaba olvidar todo y dejarlo atrás. No fue un lugar al azar que decidí de golpe, realmente desde pequeña había tenido el gran deseo de ir pero no en estas circunstancias.
Ya todo estaba preparado, planeado precisamente para que mi secreto pudiera seguir guardado por siempre, o eso espera yo, aunque no dependía completamente de mí misma.
Ya habían pasado dos años, pude encontrar una pequeña casa de la cual podía pagar la renta mensual con el salario que tenía como maestra de una escuela primaria, yo solo le daba clase a niños de primer y segundo grado. Era maestra de música y adoraba todos esos niños que me hacían olvidar mi pasado.
De repente la campana sonó y me sacó de mis pensamientos.
-Bueno, ya pueden salir tengan un excelente fin de semana todos.- Dije y acto seguido todos los niños guardaron sus cosas e iban saliendo uno por uno.
Al final se quedo Joselyn una niña linda y regordeta, tenía mejillas chapeadas, ojos miel y cabello castaño. La niña siempre se quedaba de última ya que se tardaba mucho guardando sus cosas porque tenía la pequeña obsesión de hacerlo por orden alfabético.
Ya cuando acaba se para y va saliendo pero se tropieza delante de mí.
-¿Estás bien?- Dije mientras la ayudaba a que la niña se pudiera parar.
Note que Joselyn se había hecho un raspón en la rodilla del cual estaba sangrando. La niña igual lo noto y empezó a llorar.
-Me duele.- Decía.
Ver aquello me trajo recuerdos que se abalanzaron sobre mí pero los quejidos de la niña me hicieron despertar.
-Oh claro, intenta sentarte en la silla, solo déjame tomar algo de botiquín.
Joselyn hizo lo que le dije y se sentó aun quejando se su dolor.
-Fui y saque curitas y alcohol, me acerque a ella y en un algodón vertí algo de alcohol.
-Cuidado va a doler un poco.- Dije.
-Está bien, seré fuerte.- La pequeña niña se tenso y cerro los puños, acto seguido le puse el algodón en la pequeña herida y esta cerro los ojos. Al desinfectarle la herida le puse el curita.
-Ya acabe.- Dije sonriendo y poniendo de pie.- No fue tan malo ¿verdad?
-Gracias maestra.- Dijo.
-Está bien, fuiste una niña muy valiente.
-Maestra usted es muy buena, sus hijos deben de quererla mucho.- Joselyn se levanto y empezó a tocar su curita.
-Realmente no tengo hijos.- Un nudo se empezó a formas en mi estomago.
-¿Su esposo no quiere bebes?- Pregunto.
Debió de tocar ese tema, pensé.
Mi cuerpo se puso rígido y mis labios trazaron una mueca.
-No tengo esp…- Estaba por decir pero la niña ya había tomado sus cosas.
-Adiós maestra, nos vemos el lunes.- Dijo ya en la puerta sacudiendo su manita y se fue.
Yo me sentía exhausta y me fui a mi casa donde desaparecí en aquel cuarto por una hora hasta que pudiera volver a mi estado normal…

Eran las 3:55 de la tarde en un sábado y seguía mi rutina habitual.
Estaba sentada en una del Starbucks más cercano de mi casa. Siempre iba los sábados y me encontraba ahí con mi único amigo que era Rubén.
Vi que necesitaba alguien con quien hablar porque cosas raras estaban pasándome y él fue una de las mejores personas que conocí. Mi primer año fue normal, no tenía problemas solamente existían pesadillas que me acechaban por las noches al luego todo fue empeorando tenía extraños ataques y los recuerdos me hacían sacar risas atroces las cuales nunca podía parar. Arme un cuarto sin darme cuenta, uno en el cual podía desquitar todo pero un día salió de control.
Veo a Rubén que viene acercándose, era un hombre alto y fornido, de cabello rubio y ojos verdes, tenía unos 30 años. Se podría decir que era “atractivo” pero yo no me fijaba tanto en los hombres ni en nadie. Yo nunca haría eso…
Se sentó en la silla que estaba en el otro lado de la pequeña mesa
-¿Cómo has estado?- Me pregunto.
-Otro ataque….- Respondí.
-Pero llevabas 3 semanas sin tener uno.
-Un niño me hizo preguntas.
-¿Qué te pregunto?- Dijo.
-Sobre mi pareja…
-Sería de gran ayuda si especificaras un poca más todo…
Le conté lo que pasó pero como siempre me detuve en la parte donde le decía lo que me recordaban aquellas palabras. No podía confiar en nadie y sé que es difícil que me intente ayudar si no le digo lo que paso pero nadie debe de saber la verdad, nadie debe de conocer mi secreto y Rubén ya sabía demasiado.
-Eso es todo…- Mentí.
-Akali tú y yo sabemos que no lo es pero bueno es todo lo que me dirás ¿verdad?- Él ya sabía la rutina, le decía lo que yo podía. Suspiro en signo de resignación.
-No puedo…- Dije tímida.
-Quieres que te ayude pero no puedo si no sé cual es la raíz de tus ataques ni siquiera sé al 100% de que consisten tus ataques, solamente hablas de un cuarto en el cual te encierras, en el cual no eres tú si no otra persona. Lo cual demuestra que tienes dos personalidades pero eso no es todo, ¿qué haces en ese cuarto?- Pregunto.
Era cierto, tenía dos personas viviendo dentro de mí, una era yo, la verdadera yo y otra era una parte de mí que nació aquel día, aquella parte de la cual no puedo escapar.
-Ella dice que es arte…- Dije.
No podía controlar mi vida, ella lo controlaba, me decía que callara o todo el mundo me odiaría  y no deseaba eso no podía hacer que la gente me volviera a odiar, eso no.
-¿Aun no le has puesto nombre? Creo que deberías…siempre hablas de ella pero ¿solo aparece cuando tienes ataques?
-Sí, creo que si...- Dije dudando.- No recuerdo mucho cuando ella aparece, usualmente despierto y veo todo lo que hizo y sé que tuve un ataque, pero siempre me deja un diario con notas…
-Ese diario, ¿qué te ha escrito últimamente en él?
-No lo he leído
 -¿Por qué?-Rubén levanta las cejas como muestra de interés.
-No lo sé, tengo miedo…- Mis manos empezaron a temblar pero intente calmarme, él no debía se sospechar nada.
-¿A que le temes?
-A todo, no sé lo que ella pueda hacer.
-Pero ¿te hace daño a ti?- Rubén se encorvo en su silla.
-Directamente no…- Dije.
-Entonces… ¿cómo lo hace?

No dije nada más, no deseaba decir nada más porque sabía que si lo hacía y ella se enteraba se enojaría conmigo y no quiero eso, no quiero volver a pasar por lo mismo.
Me quede callada por unos minutos y él supo que no iba a responder.
-Entiendo, eso tampoco me lo dirás.- Rubén se acomodo en su asiento.
-Creo que no.- Dije.
Pasó una hora y no llegamos a nada, como siempre.
-Creo que debo irme.- Dijo Rubén mirando al reloj de la pared.
Me levante y tome mi bolsa.
-Gracias, nos vemos.- Dije.
-Nos vemos Akali, cuidate. Me despedí estrechando su mano.
Salí y me fui en carro a mi casa.

Aquel pequeño lugar el cual podía llamar “hogar”, había vivido ahí por casi año y medio, lo encontré a un buen precio ya que una señora grande me lo rentaba, ella no necesitaba el dinero realmente ya que vivía en un asilo. La casa tenía un gran jardín alrededor en el patio trasero no se podía ver nada porque se tapaba por paredes de ladrillos la casa estaba un poco alejada de otras por lo cual mis vecinos más cercanos estaban a unos 200 metros. Tenía dos cuartos y un baño, una pequeña cocina y un pequeño espacio donde tengo la sala. Por más raro que fuera todo, aquella casa tenía un sótano que era del mismo tamaño de la casa, ese sótano es donde yo podía esconderme, donde podía hacer mi arte y donde se escondía el mayor secreto de mi vida. Me metí en aquella habitación, la tenía que preparar tal cual me había dicho…

Se había hecho de noche, tome una ducha y me fui a mi cuarto en donde me esperaba aquel cuaderno lleno de mis pesadillas que me amarraban a ella.
Lo empecé a leer en voz alta, imaginando que realmente era yo quien podía escribir eso.
Akali:
Pequeña, ya no debes de temer más, yo te protegeré como siempre lo he hecho y lo sabes perfectamente, aunque me tengas miedo soy la única persona que poda amarte porque soy tú, deja de negarme. Bueno, eso ya no importa tanto, pronto todo se acabara y lo sabes, mi arte tiene que ser revelada ante todos, tienen que saber que hermosas cosas podemos hacer juntas. Ya nada podrá separarnos jamás
Mis manos empezaron a temblar, deje la libreta en el buro y fui a la cama donde llore toda la noche y al final logre dormir sabiendo que todo iba a empeorar.

-Ya ha pasado un mes y no ha vuelto desde aquel día…- Le decía a Rubén
-¿No sabes cómo paso aquello?- Me pregunto Rubén.
-No, solamente vi lo último que puso en mi diario y no volvió a aparecer, no he tenido ataques ni siquiera pesadillas.- Dije.
-Eso es bueno, muy bueno para ser real…
-¿A qué te refieres?
-Que es casi imposible que se pueda ir ella sin nada, sin razón o motivo debe de haber una explicación, tal vez hiciste algo ese día sin saber.
-Tal vez ya me dejo por siempre.- En realidad eso deseaba pensar, que ya no volvería, que ya no habría más miedo, ni pesadillas que todo sea como un mal recuerdo
-Lo dudo mucho Akali…
-Pero puede ser cierto, y es mejor así pensar que no volverá más.- Me mentía a mí misma a diario pero no había otra opción.

Paso otro mes y todo seguía normal, seguía viendo con Rubén el cual me decía que debería de anotar todo lo que me pasaba al largo de los días para estar segura de los cambios y eso hacía, tenía mi propio diario, pero todo era igual, rutinas, cuidar niños y cosas así, tal vez todo podría volver a la normalidad ella ya no aparecía más en ningún lado, a veces pensaba que solo fue un mal sueño y que todo volvería a ser como antes, pero estaba muy equivocada.

Era el último día de escuela antes de las vacaciones de primavera, todos los niños estaban emocionados ya que este día iba a ver una quermes.
Todos los niños lucían felices, comprando dulces, comida, jugando todos aquellos jueguitos que había por ahí y yo me sentía relajada era una gran distracción.
Pero lo vi, lo pude ver entre la gente, el cabello, su forma de pararse. Estaba de espaldas pero podía distinguir por completo su espalda, aquellos hombros…

Era mentira, no podía ser cierto, fui corriendo al baño y me encerré. Mire mi reflejo.
-No es él, no puede ser él, él ya no existe…- Dije.- Yo me encargue de que no existiera.- Esas palabras no las dije yo, no fue mi voz, no fue algo que pensé al decir.
Me moje la cara en el lavabo y al mirar al espejo vi mi cara, la cual tenía una gran sonrisa, era tan grande que parecía una sonrisa macabra, volví a abrir la llave del lavabo y vi que había sangre en mis manos, las levante hasta mi rostro y voltee al espejo el cual estaba igual lleno de sangre y mi sonrisa no podía quitarse. No la sentía pero si la veía, tenía miedo.
Me fui corriendo hasta mi auto dejando la escuela atrás, regrese a mi casa donde todo parecía estar igual, parecía estar calmado y en paz. Al entrar me tire al piso y puse mi cabeza entre mis brazos esperando que algo pasara, pero nada ocurría, pensé que iba a tener un ataque pero mi cuerpo se relajo y me quede dormida, ahí en el suelo descansando.

-¡Akali, despierta! ¿estas bien? Akali, Akali- Dijo una voz.
Abrí mis ojos y vi a Rubén.
-¿Dónde estoy?- Pregunte.
-En tu casa…- Me dio la mano y me ayudo a levantarme.- Me llamaste alarmada, decías cosas y vine a tu casa, encontré la puerta abierta y estabas inconsciente en el suelo.
-No recuerdo eso…- Respondí.
Me sentía mareada y como si pudiera caerme en cualquier momento.
-¿Qué paso? ¿Otro ataque?
Algo en mi me dijo que callara, tenía que evitar todo eso.
-Lamento las molestias gracias por venir pero creo que deberías de irte.-Intente echarlo.
-Creo que deberíamos de hablar.
-Mañana podemos vernos en el parque enserio gracias pero tienes que irte.
Él no me hizo caso y paso aun más a la casa, caminando.
-Interesante.
-¿Qué?
-No sabía que vivieras con alguien más.-Me puse tensa.-  Realmente no sé nada sobre tu vida solamente que eres maestra y todo lo demás son cosas raras.
-¿Cómo supuso eso?
-¿Qué?
-Lo de vivir con alguien más
-Bueno, todo tiene un aspecto hogareño además de que tiene todo perfectamente para dos personas.
-Pues está mal, yo no vivo con nadie más- Era cierto, todo estaba acomodado para dos personas pero realmente era normal para mí.- Vete de mi casa y deja de hacer preguntas.- Yo estaba entrando en pánico, tenía miedo de que viera cualquier cosa que no debía de ver.
-¿Te molesta realmente que este aquí? ¿Verdad?- Él estaba tramando algo.
-Por favor retírate de mi casa.- Quise evadir sus preguntas.
-Y ¿si no lo hago que podrías hacerme?- Aquella voz me estaba haciendo enojar.- Eres es una mujer que vive sola y es débil, no podría hacer nada al respecto.
Sabía a qué punto quería llegar.
-No quiere decir eso, realmente no quiere…- Temblaba y mis palabras empezaron a salir tartamudeando.
Él me ignoro y se fue directo a la cocina a la cual yo lo seguí.
-Dime la verdad, Akali, tienes más secretos de los que parece ¿no es cierto?
-La curiosidad mato al gato…- Mis palabras salieron solas y entonces supe que todo iba mal.
-¿Ah que te refieres con eso?- Rubén me miro.
-Por favor márchate, tiene que irse ¡AHORA!
Si él no se iba no podría dar vuelta atrás.
-Creo que no lo haré.- Y ahí fue cuando mi cordura se rompió.
-Lo lamentara…- Surgió aquella voz de mí.
-¿Qué me puede hacer una mujer como tú?
Mi cuerpo se movía solo, era como si solo pudiera contemplar el espectáculo y todo lo demás fuera manejado como si yo fuese un títere.
-Pronto lo sabrás.- Mi mano la hoya que estaba más cerca y lo golpee fuertemente en la cabeza hasta que este cayó al suelo.


Estaba en el sótano, no recuerdo muy bien pero arrastre su cuerpo hasta ahí, como siempre lo hacía con todos y lo amarre con las cadenas que tenía.
-Bueno, bueno Sr. Rubén ¿con qué usted era el hombre que “intentaba” ayudarla?- Era como siempre, ella se hacía todo y yo tenía que contemplar el espectáculo.
Pude ver a Rubén en el suelo, tenía más golpes y su ropa se había ensuciado.
-¿Quién eres?- Me miro como si no pudiera reconocerme.
-¿No sabes quién soy?- Escuche mi propia risa la cual sonaba horriblemente como una película de terror.- Pero si siempre hablamos de mí en las salidas que tiene Akali con usted, es triste ¿sabe? Que usted la ayude porque estaba enamorado y ella no lo supiera pero es mucho más triste que no se acuerde de mí pero después de esto nunca me podrá olvidar. Claro en los últimos momentos que le queden de vida.
-¿Qué me vas a hacer?- Rubén tenía miedo en sus ojos.
-Bueno, la curiosidad mato al gato y en este caso usted es el gato y yo la curiosidad, pero seré buena, le diré todo lo que usted quería saber sobre nosotras.
Akali era una linda chica, hermosa como todavía lo puede notar, estudiosa, entro a la universidad, ella quería estudiar música lo cual hizo pero cometió un gran error, la pequeña se enamoro. Él era un chico lindo, guapo, buena onda y popular ya sabe de esos que solo se encuentran en los cuentos, lo más lindo para Akali fue que este estaba enamorado de ella, los primeros meses fueron perfectos pero algo malo estaba pasando y ella no se daba cuenta, él era muy controlador, era malo y ella no sabía, claro que no, el amor la tenía cegada. Sinceramente eso me da asco pero bueno… Akali decidió dejar la escuela porque su hermoso novio le dijo que ella no lo necesitaba y que podían vivir juntos por siempre, amarse. Tonterías él no la amaba él creía que ella era algo que le pertenecía. Sus padres no estuvieron muy de acuerdo con eso pero ella no escucho a nadie y decidió salirse de su casa, apenas tenía 19 años, pobrecilla. Se fue a vivir con su amado él ya tenía trabajo, fueron felices y esas cosas pero un día dejo de haber dinero y él dejo de ser un príncipe, empezó a tratarla mal, le gritaba,  le decía cosas demasiado malas y una vez la llego a golpear pero ella lo aguanto porque creía que lo amaba. Un Akali día fue de compras y volvió, lo encontró con otra mujer, algo realmente triste, porque destrozo su corazón y en ese momento fue cuando aparecí yo. Aquella mujer que encontró se fue y no dijo nada mientras Akali miraba con odio a su amado este se “disculpo” y le dijo que era porque todo estaba mal en su trabajo y cosas así, pero Akali ya no era Akali, ya era yo la que la controlaba y decidí actuar normal, decía que entendía y ¡PUM! Lo mate mientras dormía.

La risa terrorífica apareció de nuevo y vi en los ojos de Rubén el horror.
-¿Sabes que fue lo más hermoso?- Las palabras seguían saliendo de mi garganta y no podía controlarlas.
Rubén se quedo atónito.
-¡Te estoy haciendo una pregunta!- Le dijo ella a él.
-¿Q-uu-é fu-é?- Rubén tartamudeaba.
-Que para ese entonces el padre de Akali había muerto en un accidente y su madre estaba en un momento de depresión horrible, Akali fue a la casa de sus padres buscando consuelo en su madre pero ella la miro de la misma forma que tú luego de nuevo aparecí yo y mate a su madre…
-Eres una enferma.
Mi cuerpo actuó ignorándolo y se acerco a Rubén, y mis labios estuvieron cerca de su oído.
-¿Sabes de qué color es la sangre? Es de un rojo tan oscuro que parece negro…
Rubén la miro aun más horrorizado y esta se aparto y se puso a reír.
-¡Akali se que estas ahí! ¡Sal!-Era cierto, yo estaba aquí pero no podía salir, era algo contra lo que no podía pelear.
-Ingenuo, no digas tonterías, ¿crees que ella quiere pelear conmigo? Claro que no, yo soy su verdadera identidad, aunque no lo sepas ella le encanta esto ¿por qué crees que hace todo lo qué le digo? Bueno ella piensa que es porque tiene miedo de que yo vaya me entregue o mejor dicho la entregue a ella pero esas son mentiras que nos decimos para evitar la verdad y tú eres lo único que me estorba en este plan.
-¡Akali ayúdame!- Sus palabras resoban en mí.
Yo puedo, decía, sé que puedo.
-Vamos hombre, acepta tu destino, además esto lo hacemos por el amor al arte y recuerda el morir es parte de la vida aunque sea el final de esta y yo he causado algunos finales hermosos…
¡Yo sé que puedo! Me decía
-¡Akali, se que en el fondo estás tú!-Sus palabras.
Vi un túnel, había una luz y fui corriendo hasta este.
-No puedes, no puedes.- Era ella hablándome a mí.- Sabes que no puedes estar sin mí.
-¡Vamos Akali!- Decía Rubén.
Llegue al final del túnel.
-Akali, recuerda que fui yo quien estuvo ahí cuando nadie más pudo, nadie nunca podrá quererte y cuidarte como yo porque somos una.- Mi cuerpo cayó al piso.
Abrí mis ojos y pude ver cómo podía manejar mi cuerpo, era mío.
-Akali… ¿eres tú?- Rubén ladeo la cabeza con curiosidad.
-Si… soy yo.- Dije.
Lo desate de las cadenas.
-¿Estás bien?- Le pregunte cuando termine.
-Si, pero Akali tenemos que ir con la policía y debemos de decir todo lo que paso, si un juez sabe que realmente no eras tú…
-¿Qué dices?- Mi cuerpo empezó a temblar.
-Bueno, creo que es lo mejor, quien sabe cuanta gente más necesitamos saber cuanta gente busca a su familia y…
-Ok entiendo.- Dije.
-¿Enserio? Lo tomas muy bien…- Vi la duda en sus ojos.
Me fui haciendo para atrás, buscando en la mesa con mis manos a la espalda.
-Bueno, creo que eso debía de hacer, liberarme de ella.- Dije.
-Creo que si…
Encontré lo que buscaba.
-Aunque deberíamos de…- Rubén no pudo hablar más, no pudo desde ese día.
Le encaje el cuchillo en la garganta y vi como salía la sangre y caía toda en el suelo, en mi lindo vestido de maestra.
-Es cierto, ya me libere de ella, porque ahora somos uno mismo.- Mire mi reflejo en el espejo que estaba ahí.- Juntas por siempre.- Susurre y sonreí, acto seguido me mate a mí misma, el cuchillo punzaba en mi garganta y vi como toda la sangre iba cayendo a mis pies, mi cuerpo cayo y de mi mano el cuchillo se soltó.
Cerré mis ojos y pude ver todo, la muerte de mi amado, de mi madre todo por mí misma, como queme la casa donde había vivido con él y fui corriendo a la casa de mi madre donde la mate y al día siguiente me fui dejando todo como estaba.
Ahora era el fin, ya no debía de existir más nada, no más recuerdos, ni más secretos. Nunca más…




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